Hay una alta relación entre el desayuno y el rendimiento escolar. Se conoce que los niños que no desayunan muestran una disminución en su capacidad de concentración, aprendizaje y memoria.
Lamentablemente en nuestro medio es cada vez más frecuente el hecho de que un niño no desayune o lo haga mal y a medias; además se ha visto que a medida que aumenta la edad del niño, es mayor el porcentaje de omisión diaria del desayuno.
Los niños que no desayunan tienen casi el doble de probabilidades de tener sobrepreso o aumento de colesterol y otras grasas en la sangre que los que sí desayunan.
Al preguntar el porqué de su decisión de no desayunar, las respuestas fueron:
Falta de tiempo, pues tanto el niño como sus padres se levantan tarde y no tienen tiempo para desayunar.
No hay hambre, porque el niño ha consumido su último alimento del día anterior muy tarde o en volúmenes exagerados.
No se tolera, por costumbres transmitidas de generación en generación donde casi ninguno de los miembros de la familia desayuna.
La familia es la guía a seguir en la adquisición de hábitos nutricionales, factor que será determinante en la buena nutrición del niño. Se deben reforzar los hábitos que incluyan alimentos frescos y equilibrados y no se deben patrocinar los caprichos y gustos inadecuados. Cuando la familia adquiere los alimentos en el supermercado está decidiendo si el niño se va a nutrir bien o no.
Además, se debe controlar la influencia de la televisión y otras formas de promoción que llevan al niño a pedir cierto tipo de alimentos, casi siempre golosinas o comidas ricas en azúcares y grasas, que no son adecuadas para él. En el colegio también se producen presiones del grupo que llevan a modas de consumo de ciertos alimentos, casi nunca equilibrados y que no son ricos en verdaderos nutrientes.
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